¿Quién es un adulto protector?

Guardianes | Escucha·Protege·Atiende

Alguna vez te has preguntado ¿cuál es la mejor manera de apoyar a niñas, niños y adolescentes a hacer frente a las situaciones que les ponen en peligro tales como el acoso escolar, abuso sexual, maltrato o drogadicción? Generalmente los adultos creemos que hablar con ellas y ellos, aconsejarles, corregirles y mantenernos con una actitud vigilante es parte de la solución, sin embargo, informar y corregir solo son una parte de ésta.

En tus manos está la posibilidad de complementar dichas acciones al mostrarte como un adulto protector, es decir alguien que independientemente del rol que juega en la vida de niñas, niños y adolescentes, se dedica a apoyar el fortalecimiento de sus habilidades, tales como autoestima, autocuidado, buen trato y resiliencia, además de ofrecer su respaldo para que se perciban acompañados y apoyados de manera incondicional.

Entonces tú, como adulto protector:

  • Les ayudas a identificar situaciones de riesgo y a protegerse, en la medida de sus posibilidades. Es decir, les enseñas a rechazarlas, alejarse de lugares o personas peligrosas y pedir ayuda hasta encontrarla. En este sentido, también eres consciente de que si bien no siempre contarás con las herramientas necesarias para ayudarles, sí podrás recurrir a alguien más, quizá otros adultos e incluso instituciones que puedan brindar su apoyo.
  • Utilizas un lenguaje sencillo para comunicarte claramente con niños, niñas y adolescentes. A parte de compartirles consejos o tus conocimientos, también estás dispuesto a hablar de tus experiencias, porque cuando lo haces les ayudas a tener una perspectiva diferente y reflexionar, además generas un ambiente de confianza para que también ellos y ellas te compartan la suyas.
  • Escuchas activamente, prestas atención incluso a los silencios de tu interlocutor. Muestras apertura y tomas muy enserio lo que comparten contigo, evitando criticar, minimizar o juzgar sus sentimientos o experiencias.
  • Identificas y expresas tus emociones sin lastimarte a ti o a otros, pues son la puerta de entrada que te permiten formar un vínculo sólido y estable, en este caso, con niños, niñas y adolescentes.
  • Eres consciente de que los riesgos están a la orden del día, por tanto sabes que no depende propiamente de niños, niñas o adolescente verse afectados por estos. Además de que por su edad pueda ser difícil prever o evitar riesgos, tú tienes presente que la persona que recibe una agresión nunca será responsable de ello.
  • Existe una acción más a realizar como adulto protector, que es igual de importante que las anteriores, y es que también procures para ti lo mismo que ofreces a niñas, niños y adolescentes: atención, confianza, momentos para compartir con otros, comprensión acerca de tus sentimientos, pensamientos y necesidades, oportunidades para buscar y aceptar ayuda siempre que la necesites.

Como ves, ser un adulto protector es una tarea que nos invita a cuidarnos, conocernos y ser coherentes, pues es con nuestras acciones que verdaderamente enseñaremos a niños y niñas que nos preocupamos, que queremos acompañarles, escucharles y que cuando algo no vaya del todo bien o cuando cometan algún error, siempre tendrán a alguien en quien confiar y con quien apoyarse.

 

Por: Janeth Santana Ramírez

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